Efectos, quizá secuelas

Efectos, quizá secuelas

Irritabilidad, miedos, tristeza, falta de concentración, alteraciones en las muestras de afecto. Son algunos de los cambios que se están observando en la población infantil de todo el mundo luego de un período obligatorio de cambios de hábitos. 

Para algunos profesionales, pasado ya un año de pandemia, los evidentes efectos en niños, niñas y jóvenes no tienen necesariamente que terminar en secuelas, concepto relacionado al largo plazo. Pero ha sido, ni es, gratis para nadie. De un momento a otro la forma de vida que conocíamos cambió, y la salud del planeta se pone aún en jaque. Incertidumbre, miedos, aprensión ante el contagio, pérdida de seres queridos, aluvión de información al respecto en todos los medios de comunicación, y restricción de actividades que conformaban parte del día a día. La psiquis humana no es inmune a este estrés y particularmente la de los más jóvenes, con trastornos que especialistas en psiquiatría analizan actualmente.

Ni colegio, ni juegos, ni…

En España el tema del confinamiento en menores fue (y aún es) estudiado en profundidad por Julia García Olivera,psicóloga de la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil de Cádiz. En una publicación ella se refiere a los efectos más frecuentes que se detectan. Allí señala que, si ben el teletrabajo o las licencias de los padres han ganado en tiempo compartido con ellos, este sería el único aspecto beneficioso. En cambio, el no poder ir a un parque, compartir juegos con amigos y otros tantos cambios ha generado durante la primera y segunda ola de contagios situaciones de mucha irritabilidad, de temor frente a la enfermedad, y ha dado en llamar “hambre de piel” a ese sentimiento que genera el tener que evitar el acercamiento a otras personas. Un sentimiento de soledad por falta de contacto táctil aún con seres cercanos a sus afectos como abuelos, tíos, primos. También se detectaron alteraciones del sueño y aumento de estrés, rabietas, orinarse en la cama, miedo a la oscuridad, entre otros aspectos a atender. “El impacto es aún mayor en los más pequeños, aquellos en los que el lenguaje verbal está aún en desarrollo y que se apoyan en la comunicación por gestos”, asevera García Olivera.

Recomendaciones

Ella como otros profesionales recomienda a los padres estar atentos a los cambios psicológicos de los hijos. Por su parte la dubitativa OMS pone el énfasis en las consecuencias de conflictos intrafamiliares que aparecieron o incrementaron los ya existentes entre adultos, y que afectan emocionalmente a los pequeños. Hablan de madres agobiadas con los chicos encerrados, padres estresados por estar -en muchos casos- sin ingresos, que generan así situaciones tensas que ellos también viven. Destacan: “Los niños han estado más indefensos e invisibles ante la violencia intrafamiliar y el abuso sexual. No han podido pedir ayuda y ni profesores ni servicios sociales ni la comunidad en general han podido detectar la situación deviolencia que vivían”. Tras ser azotada duramente por la primera ola del COVID-19, Italia se abocó a la realización de encuestas para tener una aproximación a los daños psicológicos padecidos por niños y adolescentes. La Universidad de Génova llevó a cabo un estudio sobre 6800 menores concluyendo que “los chicos, especialmente aquellos con familiares ancianos en riesgo, sufrieron ansiedad, irritabilidad, llantos inconsolables y otros síntomas. Así el 65% de los menores de 6 años tuvo problemas de comportamiento y regresiones. El 71%, entre 6 y 18 años, manifestó ansiedad y falta de aire. Mientras los adolescentes tuvieron problemas para dormir y despertarse, como una especie de “jet lag” doméstico”, señala el artículo en el que se destaca que más importante eran estos síntomas cuanto peor estaban sus padres.

Visión positivaEl único terapeuta de niños y adolescentes que parece tener una óptica diferente es Kent Toussaint de California (EE.UU), quien dirige la organización Teen Therapy Center y dice que mientras los adultos están desbordados los niños parecen tolerar mejor la crisis.Los niños se sienten menos estresados con la tarea porque hay menos, y luego con sus padres en casa, encuentran más tiempo para conectarse”, dice, y concluye:“En medio de esta horrible situación puede haber un lado realmente positivo para las familias”.