¿Qué son las armaduras?

Una coraza, una máscara, algo que te proteje de ser lastimado y te hace sentir poderoso e invencible. Suena lindo, pero…¿somos verdaderamente nosotros? 

¿De qué necesitamos protegernos? ¿Qué necesitamos demostrar? Muchas veces nos mostramos buenos, o fuertes, o simpáticos, o generosos, aunque íntimamente lo hacemos para cubrir los miedos de no poder ser nosotros mismos, con luces y sombras. Incluso, puede pasarnos que necesitamos cuidarnos hasta del personaje que creamos, y sentimos que dejamos de ser los responsables de nuestras acciones, nos victimizamos (no es mi culpa, estoy atrapado en esto que hice de mí). Identificar los miedos que no nos están permitiendo mostrar nuestros aspectos ocultos es una tarea posible, aunque no sea sencillo. 

Identificarlas

Para desarmar una armadura primero hay que identificarla. Por eso te propongo que te tomes unos minutos para mirarte, reconocerte, saber qué te gusta de vos y recuperar la confianza. Hay tantas armaduras como personas existen, pero algunas son muy clásicas. 

– Armadura del silencio: “Permanecer en silencio es algo más que no hablar”, dicen. Cuando estoy con alguien, mostrar sólo mi mejor imagen. No dejar caer mis barreras, de manera que ni siquiera yo pueda acceder a lo que intento esconder. 

– Armadura del conocimiento: Creerme mejor de lo que pienso que soy, y mejor que los demás, y actuar en ese rol intentando demostrar que soy superior. 

Armadura de la osadía: Actuar como si el miedo y la duda fuesen ilusiones, y nada se interpone ante mí. 

Si te reconocés en alguna de ellas, abrazate fuerte y buscá encontrarte en tu verdadero yo, auténtico y sincero, dejando de buscar la aprobación de los otros, dejando de culpar a los demás, y haciéndote responsable de tu vida, porque:

– Vas a dejar de tener miedo si aprendés a quererte a vos mismo, a aceptarte.

– Vas a sentir alivio cuando te des cuenta que únicamente fracasás si no lo intentás.

– Vas a dejar de preocuparte por lo que opinen de vos cuando te des cuenta que van a opinar igual.

– Vas a comprender que el dolor muchas veces nos hace crecer.

– Vas a dejar de temer a la verdad cuando entiendas que es una interpretación.

– Vas a dejar de tener miedo al odio cuando aprendas a legitimar al otro.

– Vas ver qué reírte de vos misma te aleja del miedo al ridículo- 

– Vas a dejar de temer al cambio cuando veas que aún la mariposa más hermosa, necesita pasar por una metamorfosis antes de volar.