Iberá, con nombre propio

Iberá, con nombre propio

13 octubre, 2021 0 By Pablo Donadio

El complejo ecosistema correntino del “agua que brilla” crece en portales y visitas. Plagado de esteros y lagunas, deltas y arroyos, esuno delos reservorios más importantes de agua dulce del planeta, y atesora la riqueza de su gente y una fauna que deslumbra a propios y ajenos. 

Basta florar un rato en la laguna Iberá para ver ese brillo infinito del que tanto se habla. Estos Esteros, repartidos en reservas provinciales y nacionales, áreas protegidas, un tramo de parque provincial y, desde diciembre de 2018, otro sector asignado a parques nacionales, acaparan un 14% de la superficie de Corrientes. En sus bañados, ríos, deltas y lagunas, designados patrimonio de la humanidad ya en 2002, coexisten hombre, fauna y naturaleza como pocos lugares. Se conforma así uno de los humedales más grandes del mundo, que recibe turistas a diario en distintos portales, desde las ciudades de Colonia Pellegrini, Galarza, Ituzaingó, San Miguel, Concepción al pueblo de Loreto. Y se prevén, además, otros accesos inminentes desde Chavarría, Yofre, Villa Olivari, Santo Tomé y Mercedes.

Lo nuevo, lo viejo

Pandemia mediante, la fisonomía de la Colonia Carlos Pellegrini, acaso el destino más famoso de estos pagos, no pudo sino cambiar desde nuestra última visita. Tras nueve meses de parate, la vida misma de este lugar quedó en pausa. Pero desde inicios de 2021 arrancó con más fuerza que nunca, y no ha parado de recibir visitas, primero provinciales, y luego nacionales. Sus nuevas peatonales, una cerca de la plaza del pueblo y otra hacia la laguna; las coquetas torres-mirador esparcidas sobre la costa; y la proliferación de hospedajes, restaurantes y excursiones, no le han quitado el aire calmo de pueblo que tan bien le sienta. “Qué dice chamigo, otra vez de visita”,nos recibeRolo, uno de los guías más avezados. Él, como esta tierra fértil, ha ganado terreno en el desarrollo turístico, que llega con grandes excursiones a posadas y lodges, o entre juncos y mochileros a campings donde todos comparten la ansiedad por ver pájaros y animales. Ese paisaje de fauna y flora lo acompañan a su vez gauchos ataviados con facones, que defienden el pago como a la propia madre. Si aún se habla de Tompkins, el yanqui maldito que llegó para robarse el agua, según dicen algunos todavía, o el filántropo ambientalista y visionario, que vino a salvarla y donó lo que hoy es parque nacional. Simple y compleja a la vez, la vida diaria promete así aventura y belleza, silencio nocturno y buen chamamé, y singulares medidas de progreso que van desde el riguroso separado de residuos a la implementación de guardaparques que antes fueron cazadores y hoy cuidan esa fauna que es su recurso, con el turismo como instrumento de concientización. 

Infalible

Todos los portales son atractivos, pero a poco más de 800 kilómetros de Buenos Aires, la Colonia Carlos Pellegrini ofrece uno de los más notables espejos de agua presentes en el ecosistema, una garantía de avistaje. Después de Mercedes, la ciudad cabecera, lo separan 40 kilómetros de asfalto y otros duros 70 de ripio, pero que unos 10 antes de llegar al cartel de bienvenida, muestran en medio de la ruta, en campos linderos o las propias zanjas a sus animales, por lo que hay que respetar la velocidad permitida para no llevarse puesto un carpincho, por ejemplo. Es que Iberá es, además de un reservorio de agua dulce, o a razón de él, uno de los sitios de vida silvestre más impactante del planeta. Viven allí unas 350 especies de aves, carpinchos, yacarés, venados de las pampas, los aguará guazú (parecidos a las) y los escurridizos lobitos de río, entre otros. Para visitarlos salen lanchas con guías-remeros todos los días cada dos horas desde el camping municipal, y muchas posadas o lodges tienen sus propias embarcaciones a medida de los huéspedes. También hay paseos en kayak (con guía a contratar en la entrada), cabalgatas y caminatas por senderos gratuitos y con guía contratado, para ver los simpáticos monos carayá. Salidas de luna a la reserva-estancia Camba trapo, taller de guaraní y jornadas de canto y baile están presentes para quien quiera empaparse más de la cultura local. 

Sobre las aguas

El tiempo es cambiante en Pellegrini. Entre el sol y la lluvia el cielo nos distrae, pero en el espejo de agua hay garantía, y el espectáculo no se detiene. Mientras vamos acercándonos a los embalsados, las matas de plantas y raíces que vagan flotando de aquí para allá, creciendo a través de los años hasta permitir la vida de tantas especies. Un chajá y su pequeña familia nos observan desde la orilla. Es un pájaro enorme, con la apariencia de un ave rapaz y mirada amenazante, pero que cobija tiernamente a sus polluelos. “Es herbívoro, y es muy manso por suerte”, dice Rolo, hoy nuestro remero, pero encargado también de otro hospedaje. Efectivamente, acostumbrado a la presencia humana, el bicho ni se inmuta, y seguimos abriendo camino entre las matas y el follaje donde los carpinchos son protagonistas. Algo después son las lentejuelas de agua, las amapolas, irupés y aguapés las que engalanan el recorrido junto a camalotes, alternando verdes con fucsias y violetas. En el cielo, el vuelo de garzas moras y las elegantes garzas blancas, cigueñas y biguás, rojos federales y rosas espátulas planeadoras, acompañan la lancha y una repentina llovizna que nos cubre. Tanto el yacaré como el ciervo de los pantanos, el lobito de río y el aguará guazú, son considerados en Corrientes como monumentos naturales, y ésta es su casa. Pero a los dos últimos no los veremos, ya que son tal vez los más reservados. Un poco más adelante, Rolo se abre paso entre dos embalsados y allí posan yacarés, impávidos ante nuestras cámaras. Detrás de la lancha una jacana irrumpe con sus alaridos. Pese a ser pequeña, esta ave de color pardo y brillos naranjas sabe hacerse escuchar. Gracias a su patas de enormes dedos, camina sobre los camalotes y deja claro que allí está su nido. Muy cerca, otra familia nos espera: un hembra carpincho con tres pequeñitos pastan mojados hasta la cintura, en una orilla de un embalsado. A ellos no parece molestarles posar para las fotos. “El macho es más grande, y se lo reconoce por una protuberancia en el hocico, donde tiene una glándula que desprende un olor con el que marcan su territorio”, explican. Ya de regreso, el regalo final lo de un ciervo de los pantanos, que se esconde tras las ramas y de tanto en tanto aparece, para dejar en claro que aquí hay mucho más para ver, y que una solo visita no alcanza.

Contacto

– Excursiones náuticas y culturales con Diana Fretes desde el camping municipal: +549 3773-6279580 +549 3773-406034. 

Cabalgatas con Miguel: +549 3773-460748

Hospedaje en Posada Rancho Iberá: (03794) 488373 / 15318594. www.posadaranchoibera.com.ar