Placer para los sentidos
Diseñador y creador de velas con materiales nobles como la soja, Jorge Suarez nos sumerge en el fantástico mundo de los aromas, iluminación y la siempre cautivante llama encendida.
“Mi pasión por las velas empezó desde mi adolescencia cuando quedaba cautivado al verla encendida, y la proyección de su luz colmaba el ambiente”, recuerda Jorge Suarez, responsable de Monchi Arte Velas. Esa experiencia se iría enriqueciendo aún más con el paso del tiempo, de los materiales a implementar, de las formas posibles, y claro, del cautivante aroma que esa vela podía aportar, transformándose así en una verdadera fragancia. “Amo lo que hago porque me permite conectarme con mi cliente desde un área sensible de su ser. Establecer esa unión con las personas desde lo emocional es una de las satisfacciones más grandes, sumado al poder de desarrollar, crear, diseñar”, afirma
Conexión
El olfato es uno de los sentidos que mayor satisfacción nos brinda. Al percibir una fragancia se evocan muchas emociones, recuerdos que estimulan vivencias pasadas e incentivan a crear muchas más en el presente, logrando así la percepción de incontables sensaciones. “En el preciso instante en el que tomé contacto con las velas de cera de soja, comencé a profesionalizar mi actividad, descubriendo sus propiedades a la hora de aromatizar, y entonces fue naciendo mi curiosidad para entender esta especie de alquimia que surge de la combinación de fragancias y las materias primas de mis velas”. Las propiedades de la cera de soja son excepcionales, cuenta, dado que es un derivado 100% ecológico y su utilización permite contribuir con el cuidado del medioambiente. “Una vez sumergido en esa alquimia logré desarrollar un producto totalmente artesanal, simple y que mueve mil emociones a la hora de encenderla, o incluso cuando está apagada”. Relata también que meses antes que la cuarentena iniciara, comercializó sus productos y se encontró con un aluvión de pedidos de clientes y amigos, en busca de un espacio distinto, distendido, armónico en medio de tanto encierro. “La cuarentena me trajo temas personales que debí de atravesar poniendo lo mejor de mí, y juro que fue ahí donde descubrí lo que había logrado. Desde lo más profundo de mi ser tuve el convencimiento de que creé un producto que fue en un sentido muy personal, una cura, y una compañía durante ese proceso tan duro. Claramente lo que había hecho no sólo era un logro profesional o un ingreso económico como también un sin número de emociones que me transmitían mis clientes. Fue un refugio, donde coloqué mi energía y esencia”.
Manos a la obra Todo se inició con un envase simple de vidrio de 200cc con tapa metálica, reciclable y retornable, evitando los residuos. El producto genera entonces una explosión de fragancia alcanzando niveles de mucha intensidad con una llama intensa. Su bajo costo lo hace además accesible, y los consejos y sugerencias de amigos y clientes aportaron el resto para personalizar cada vela. “Luego comencé a utilizar envases más decorativos, refinados, llamativos y extendiendo la duración de la vela encendida entre 300 y 400 horas. Claro que detrás de estos logros, hubo toda una serie de pruebas para lograr 2 objetivos: duración y alto el nivel de aromatización”, cuenta.
Monchi Arte Velas:
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